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AMALIA D. SOLER

que el hoy es el edén de las mujeres.
Vos me pintais entusiasmado y loco
de vuestro amor naciente los albores,
y yo os debo decir que tengo en poco
la dicha cimentada en los amores.
Positivista por costumbre, os digo,
que mi plan en la vida lo he formado,
y la senda trazada que yo sigo,
el amor delirante lo echo á un lado.
Dejo á Cupido con sus blancas alas
y su eterno estribillo ¡yo te adoro!
y prefiero lucir trajes y galas
que sólo se consiguen con el oro.
El oro es el monarca de la tierra;
todo cede á su inmenso poderío,
en él la dicha y el placer se encierra
y la vida sin él produce hastío.
Así, pues, olvidad vuestros antojos
y sigamos los dos nuestra jornada.
—¡Yo no podré vivir sin vuestros ojos,
la existencia sin vos la tengo en nada!
Quiero que como yo tengais creencia
que en el amor la dicha se asegura,
que no nace el placer de la opulencia,
que estais en un error y una locura.
Dadme un año de plazo y os prometo
ofreceros riquezas sin medida,
y mostraros después el gran secreto
que embellece las horas de la vida.
—Tan bien sabeis pintar vuestro desvelo
que acepto la ilusión de sus amores,
y esperaré que vuestro amante anhelo
ciña mi frente con hermosas flores.