Dijo la enferma con afán creciente;
pero ahora es necesario; yo lo quiero
que sepais el tormento de mi mente
y la causa fatal porqué me muero.
Yo no nací para el bullicio loco,
nací para querer, y ser querida;
la pompa mundanal la tuve en poco:
que era el amor el alma de mi vida.
Sin consultar mi corazón me unieron
á un hombre que por mí nada sentía:
blasones y riquezas le pidieron,
para entregarle la existencia mía.
Le di mi mano al pié de los altares,
y él en cambio me dio timbres y honores;
yo guardé mi corona de azahares
cual símbolo feliz de mis amores.
Ávida de querer, amé á mi esposo
con afán, con delirio, con locura,
por compasión quizá, fué generoso,
y celebró galante mi hermosura.
Pero un día llegó, que necesario,
juzgó decirme: «Niña, no te asombre,
la cruz del matrimonio es el calvario
que Dios ha dado á la mujer y al hombre.
Este es el mundo, acéptalo si quieres
con la fría realidad que lo has hallado,
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AMALIA D. SOLER