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AMALIA D. SOLER

¿porqué ante su clemencia soberana
se elevó altiva la soberbia humana?


Hace algún tiempo que mi débil planta
detuve en un vergel nido de flores,
allí todo seduce, todo encanta,
mares, lagos, perfumes y colores:
es un himno de amor que á Dios levanta
la tierra con sus frutos y primores;
allí hay rocas y fuentes, blanca espuma,
y montañas veladas por la bruma.


Allí está Dios con su poder divino
tendiéndole al mortal pródiga mano,
y allí el hombre se para en su camino
porque es el fanatismo su tirano,
éste le hace temer por su destino.
La grandeza de Dios es nombre vano
para los que no ven cuan irrisorio
es el fuego del santo purgatorio.


¡Qué impresión tan penosa sentí un día
al entrar en el templo de una aldea.
Es una iglesia grande, triste y fría
que cuatro siglos há se enseñorea;
su helado pavimento la cubría
negros paños y cruces ¡pobre idea!