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Ante un túnel


Meditación


Cuatro periodos nuestra vida tiene.
La niñez con sus mundos de alegría,
la dulce y soñadora adolescencia,
la edad viril con su ambición gigante
y en la vejez la triste indiferencia.
¡Cuán breve es nuestra estancia en este mundo!
De niños no sabemos qué vivimos,
la juventud nos brinda sólo sueños,
la ancianidad recuerdos de que fuimos.
Sólo la edad madura nos ofrece
la verdadera vida, el pensamiento
se eleva, se dilata, se engrandece,
y adquirimos ternura y sentimiento.

Del mismo modo que los hombres tienen
distintas fases en su propia vida
así el cuerpo social siente su influjo.
La sociedad refleja la tendencia
que le impone la ley de la costumbre,