dan de estar aquí; analiza, juzga y compara, y verás que los mundos se encadenan, y las generaciones son sus eslabones; que lo que aquí principia tiene su desenlace en otro planeta, y que lo que aquí acaba comenzó en otra nebulosa; que la familia humana conocida con los nombres de padres, hijos, hermanos y esposos, es mucho más dilatada, y sus antecesores se pierden en la noche de los tiempos.
Ay! Si yo pudiera inculcar en tu pensamiento las ideas del infinito, si yo te pudiera hacer comprender algo de la vida en la verdadera acepción de la palabra, sería aun más dulce tu agonía; y no dirías con tristeza: adios, Amalia! me dirías sencillamente: hasta luego.
Alejandro Dumas (padre) decía, contemplando el cadáver de Lamartine, que envidiaba á los hombres que le decían á un muerto hasta la vista, por que él no podía decirle más que adios.
Yo también decía antes lo que el novelista francés. Este mundo ¿qué dá? nada por nada. Hoy soy más dichosa, porque puedo decir que este mundo nos dá todo por todo.
Adios, Fermina: Si estas líneas logran fijar tu atención, y si por una vaga curiosidad me dices con algún interés: explícame