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Amalia D. Soler

otros, ¿para qué los soberbios mausoleos? ¿á qué los palacios de piedra para albergar tan solo á los gusanos?

Si aún se le quiere conceder morada á la envoltura corpórea del hombre, cubra la tierra únicamente sus restos, que la fosa común sea el último lecho donde se confundan los cuerpos que entran de nuevo en fusión.

Yo no sé dónde está tu sepultura, pero ¡qué importa! si yo á quien busco es á tu espíritu... Sofía!!... yo te llamo, responde á mi voz! ¡Ven! ¡ven!


1874.