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Al espíritu de Sofía

I


S

er querido, que conocí en mi infancia bajo la forma de una mujer elegante, graciosa y expresiva; de clara inteligencia, de agradable trato, de corazón sensible; querida de cuantos te trataban, menos de aquellos seres que debían haberte querido más.

Tuviste una familia, esposa é hijos; tu expiación te separó de ellos, y cruzaste la tierra por espacio de muchos años sola triste, encontrando únicamente amargas decepciones; pero tenías una gran fuerza de voluntad y luchaste denodadamente para poder vivir, si vida se puede llamar vegetar entre cuatro paredes, entregado el pensamiento á los recuerdos del pasado y á las dudas del porvenir.

Tenías una buena imaginación y gusto