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Amalia D. Soler

¡Oh! Ponce de León! Bendita sea
la humanitaria ciencia de tu idea!


Y vosotros ¡oh! ciegos, cuya vida
envuelta de la sombra en el espanto,
cual hoja por el viento desprendida
cruzais la tierra sin placer ni encanto.
¡Sin contemplar la mar embravecida,
sin ver del sol el explendente manto,
ni de los valles las gentiles flores,
ni de pintadas aves los colores!


Vosotros que sufrís ese tormento,
(que para mi lo encuentro sin segundo,)
también os ha llegado el gran momento
de hallar consuelo en vuestro mal profundo:
ya os asociais del hombre al pensamiento;
dejasteis de ser cosas en el mundo:
que cuando la barbarie dominaba
al torpe pugilato os entregaba.


La civilización tendió su vuelo
y resonó la voz del cristianismo,
la que nos brinda el perennal consuelo
de hacer valer al hombre por sí mismo,
la que rasgó de la ignorancia el velo,
hundiendo al delirante Paganismo.
Y estando hoy por la ciencia rescatados
entre nosotros no hay desheredados.


Sordo-mudos y ciegos, los deberes
del trabajo cumplid, cuya ley santa,
á ningún ser le niega los placeres