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Amalia D. Soler

y á enamorada tórtola su arrullo,
y á las aves plumaje de colores,
y al gusano de seda su capullo,
¿cómo hicistes al hombre desgraciado,
cuando tu misma esencia lo ha formado?

Estas quejas al viento yo lanzaba,
cuando escuché una voz, pura y suave,
que estas sentidas frases murmuraba:
«Dios ha querido que tu duda acabe;
si ves la humanidad gimiendo esclava,
sufriendo una expiación penosa y grave,
no creas que retrocede en su adelanto,
la perfección se riega con el llanto.»

«Recuerda de Jesús la triste historia,
que diez y nueve siglos han pasado,
y aún los hombres veneran su memoria,
y sus leyes al mundo han dominado;
pues con la muerte conquistó su gloria;
y el que fué escarnecido y humillado,
¡ha sido de la tierra el gran profeta,
el regenerador de ese planeta...!
 
«No pienses que en la tumba está la muerte
porqué ves disgregarse la materia;
nada en la tierra permanece inerte
todo circula por distinta arteria;
en mi revelación vengo á ofrecerte,
la causa que dá efecto á la miseria: