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Amalia D. Soler

Pequeña arca de Noé, donde se han encerrado los reptiles llamados vicio y codicia.

Jamás he acercado mi frente á sus mezquinas regillas; yo le he pedido á Dios misericordia en las orillas del mar, en la cumbre de las montañas, en la sombra de los bosques, en los valles y en las llanuras; yo he visto á Dios en todas partes, menos en los parajes que los hombres han destinado para su adoración; siempre me he rebelado en contra la oración rutinaria; no encuentro plegaria alguna que interprete fielmente lo que siente nuestro corazón en esas horas de dolor supremo, y en esos instantes de goce inefable.

Hay miradas, hay suspiros, hay ademanes que no se pueden apreciar ni enseñar.

Adios, hermana mía, adios.


1874.