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Amalia D. Soler

juicio de tercero, si esa infeliz va á ser madre; ¿qué culpa tiene ese pobre ángel que va á nacer, délas faltas que sus padres han cometido?

«Escrito está que las faltas de los padres caerán sobre los hijos hasta la cuarta y quinta generación. Los hijos del pecado, son los réprobos maldecidos de Dios.»

Yo no tengo fuerzas, Inés, para contarte todos los detalles de aquella fatal entrevista, de la que yo no supe sus resultados, hasta mucho tiempo después.

Sólo te diré, que yo, viéndome en aquel estado y temiendo a mi padre más que á la ira de Dios, le escribí á mi madre una carta diciéndola lo que me pasaba y despidiéndome de ella, pidiéndole perdón, y en aquella misma noche salí de mi casa paterna y me fui á Vicálvaro donde vivía mi nodriza; mi madre, aunque me quería, era un ser muy débil y enfermizo, sujeta en un todo á la tiránica voluntad de mi padre, y nada pudo hacer por mí.

Cuando Luís vino á verme, en mi agitación y aturdimiento, no me llamó la atención su profunda tristeza; mi familia no se cuidó de averiguar mi paradero y sólo me concedió el desprecio y el olvido.

Luís, venía á verme siempre que podía, y al fin llegué yo á notar el amargo des-