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Cartas íntimas


{{gota|Nermana mía: Tu que sabes la impresionabilidad que me distingue, comprenderás el gran deseo que habré tenido de que llegara el momento de poder volver al colegio, y hablar con Sor Inés, de la simpática Celia, prometiéndome á mí misma no hablar una palabra sobre religión, para que no sucediera lo de la tarde anterior, que en reflexiones se nos pasó el tiempo.

Llegué, y Sor Inés me recibió con la sonrisa en los labios, diciéndome con tono festivo:

— No se ha hecho V. esperar, no; bien dicen que la curiosidad es inherente á la muger.

— No es curiosidad, Sor Inés; lo que yo siento por Celia, es un interés vivísimo, la simple curiosidad no la he conocido jamás; pero vamos, principie V. su relato, no suceda lo de ayer.