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PRÓLOGO

tismo era yo un cero sin valor en la suma social; me faltaba familia, salud, medios para vivir, iba á tientas por este mundo, porque llegué á perder en gran parte la escasa luz que siempre han tenido mis ojos, y al conocer el Espiritismo ¡qué metamórfosis se operó en mí!... ví desaparecer mi inutilidad, resonaron en mis oídos voces proféticas, que me decían: «¡El porvenir es tuyo!... ¡levántate y anda!» Y me levanté, y anduve: y yo que no tenía á nadie en la tierra ¡me creé una familia universal!... y al creármela, dije: «Si yo que era menos que un átomo, al ponerme en relación con los espíritus, he adquirido un íntimo convencimiento que puedo ser grande (si quiero serlo), cuántos que valgan más que yo llegarán á ser héroes estudiando y comprendiendo el Espiritismo! Sea yo, pues, propagandista de la buena nueva.» Y por eso he dicho yo á los pobres y á los desvalidos: ¿quereis ser relativamente felices? ¿quereis convenceros que Dios existe? ¿quereis reconocer la grandeza y la justicia del Omnipotente? pues estudiad el Espiritismo, es un vergel siempre florido, en