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La eternidad en un minuto y lo infinito en una sensación!—exclamó, volviéndose hacia la borda de la barca, como para mirar el agua, y por evitarme el embarazo de una respuesta. Cometí la torpeza de contestar con una vulgar galantería que se vino zafiamente a mis labios, en vez de las castas e inefables adoraciones de que mi corazón estaba inundado. Lo que, en el fondo, dije, fué que tal felicidad no me bastaría si no era promesa y goce anticipado de otra felicidad. Ella me comprendió demasiado; enrojeció, más por mí que por sí misma. Volvióse, con el rostro impregnado de la emoción de una santidad profanada, y con un acento, tiero como siempre, pero el más intimo y solemne que yo habfa oido de sus labios:

Me habéis hecho mucho daño—díjo con voz queda ; acercaos más y escuchadme. Ignoro si lo que siento por vos y vos parecéis sentir por mí es lo que se llama amor en la lengua pobre y confusa del mundo, donde las mismas palabras sirven para expresar cosas que no se parecen más que en el sonido que producen al salir de los labios del hombre; no quiero saberlo; y en cuanto a vos, joh, yo deseo que no lo sepáis nunca! ¡Pero sé que es la suprema y más completa dicha que el alma de un ser viviente puede aspirar del alma, de los ojos, de la voz de otro ser que se le parece, que le hacía falta y que se completa al encontrarle! Al lado de esa felicidad sin medida; de esta aspiración mutua de los pensawife