Página:Rafael. Páginas de los veinte años (1920).pdf/201

Esta página no ha sido corregida
199
 

años de secos y solitarios estudios. Las frecuentes indisposiciones, propias de la edad del maes+ tro, interrumpían con harta frecuencia aquellas entrevistas y aquellas lecciones matutinas.

LXXVI

Pero yo continuaba yendo a consumir una parte de la noche junto a aquella que era, por sí sola, noche y día, tiempo y eternidad para mí.

Como ya te he dicho, yo llegaba en el momento en que los importunos dejaban el salón. Algunas veces permanecía largas horas en el puente o en el muelle, a veces andando, a veces quieto, esperando en vano que las maderas se abriesen a medias o del todo, en señal de aquel mudo llamamiento que teníamos convenido. ¡Cuántas pe rezosas ondas del Sena, que llevaban consigo los fulgores flotantes de la luna o las reverberaciones de los balcones de la ciudad seguí con mis ojos en su fuga! ¡Cuántas horas y medias horas of sonar en las iglesias lejanas o próximas, maldiciéndolas unas veces por su lentitud, y otras acusándolas por precipitación! Conocía el timbre de las voces de acero de todas las torres de París. Había días felices y días nefastos. Algunas veces subía sin esperar ni un instante. No encontraba a su lado más que a su marido, que empleaba en relatos alegres y en gratas conversaciones las horas que le preparaban para el sue