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he seguido. He velado, invisible, por vos. No he podido dejaras antes de saber que estabais confiada al cuidado de los que os aman. Ayer, a media noche, cuando abristeis el balcón y suspirasteis mirando a la estrella, ¡estaba yo allí!

Habríais podido oír mi voz. ¡Cuando leáis estas líneas estaré muy lejos!..."

L

Viaje día y noche, tan aturdido por mis pensamientos, que no sentía el frío, ni el hambre, ai la distancia, y llegué a M... como si saliera de un sueño, y sin recordar casi que había ido a París. Encontré a mi amigo Luis... que me esperaba en la casita de campo de mi padre. Su presencia fué dulce para mí. Siquiera podía hablarle tle lo que él admiraba tanto como yo. Nos acostábamos en el mismo dormitorio, y pasábamos una parte de la noche conversando sobre aquella divina aparición. A él no le había deslumbrado menos que a mí. La consideraba como una de esas ilusiones fantásticas, como una de esas mujeres fuera de lo natural, tales como la Beatriz del Dante, la Leonor del Tasso, la Laura de Petrarca, o como Victoria Colonna, poetisa, amante y heroína a la vez; figuras que pasan por la tierra casi sin tocarla y que sólo se detienen en ella para fascinar la mirada de algunos hombres privilegiados del amor, exaltar sus almas a inmortales aspiracio