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viréis con toda la energía y en toda la extensión de esa palabra: la vida! Yo...—Calló un momento, y alzó el brazo y los ojos al cielo, humillando al mismo tiempo la cabeza para dar gracias. ¡Yo, yo he vivido!...; he vivido bastante—prosiguió con acento de satisfacción—, puesto que he respirado, para llevármelo por siempre conmigo, el hálito de la única alma que esperaba en la tierra y que me vivificaría en la misma muerte, de donde me habéis llamado... Moriré joven, y ahora no sentiré morir, porque he agotado en un aliento esta vida que vos no agotaréis hasta que esos hermosos bucles castaños sean blancos como la espuma que salta a vuestros pies!

"Este cielo, esta orilla, este lago, estas montañas han sido la escena de mi finica y verdadera vida en este mundo. ¡Juradme confundir de tal modo en vuestra memoria ese cielo, esa crilla, ese lago y esas montañas con mi recuerdo; que la imagen de este lugar sagrado sea en adelante inseparable en vos de mi propia imagen; que esta naturaleza en vuestros ojos y yo en vuestro corazón no seamos más que uno! ¡A fin —prosiguió de que, cuando volváis aquí, después de muchos días, para ver de nuevo esta magnífica Naturaleza, discurrir bajo estos árbolea, sentaros al borde de estas ondas, escuchar estas brisas y estos murmurios, volváis a verme y oírme tan presente, tan viva y tan amante como aquí!..." No pudo concluir. Rompió a llorar. Oh cuánRAFAEL 9