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504 — La Guerra

consiste en los grandes recuerdos de su historia; el fuego del patriotismo en nada se enciende tan pronto como en los resplandores de la gloria. Nuestra misma guerra de la Independencia en este siglo puede servirnos de ejemplo. Supongamos por un instante que nuestro pueblo de 1808 no hubiera querido ó podido hacer tan colosales esfuerzos por mantener la dinastía de sus reyes, y el monarca intruso hubiera logrado gobernar en paz los reinos de España y de sus Indias; supongamos también que no hubiera sido necesaria nuestra resistencia para que Europa venciese á Napoleón, y que, caido éste y destronado su hermano, hubiese venido el rey legítimo á ocupar su sitio bajo el solio de sus mayores. En este caso el resultado definitivo habria sido el mismo, y España se habria ahorrado los raudales de sangre y de lágrimas que una guerra hace correr. Estamos, sin embargo, seguros de que España no querría cambiarla gloria que conquistó en aquella guerra, por haber obtenido los mismos resultados sin guerrear.

Hay, pues, ocasiones en que la paz no sólo vale ménos que la justicia y la libertad, sino es también inferior á la gloria.

Estos casos han sido los menos frecuentes, y por cada guerra justa ó verdaderamente gloriosa, se encuentran en la historia muchas empezadas y sostenidas por espíritu de conquista, por prurito de guerrear, ó por cuestiones de etiquetas diplomáticas.


VI.

Las tendencias á la guerra, que tan arraigadas ha tenido la humanidad, han cambiado sucesivamente de carácter, y cada vez es menor su fuerza; resultado al que han contribuido diferentes causas morales y materiales.

El progreso de la filosofía en los pueblos cristianos ha suavizado las costumbres, humanizado las ideas, abolido la esclavitud, disminuido el horror de las prácticas antiguas de las guerras. El mundo no verá ya invasiones como las del siglo V, en que los vencedores exterminaban nacionalidades, legislaciones, costumbres, ciudades y razas enteras.

El considerable desarrollo adquirido por los intereses materiales del comercio y de la industria, ha contribuido por su parte eficacísimamente á la disminución del número de las guerras. Estas