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518 — La Guerra

Españoles sostuvimos nuestra influencia sobre ese Rhin, ese Mosela y ese Mosa, que si hoy se tiñen tan abundantemente de sangre de otros pueblos, con tanta frecuencia se enrojecieron, durante los siglos XVI y XVII, con la de nuestros soldados.

En época mas reciente, Prusia tomó parte, como miembro del Congreso de Verona, en decretar contra España la intervención armada de 1823, la mayor ignominia que hemos sufrido en el presente siglo. A eso están reducidas nuestra relaciones políticas con aquel reino.

Contínuas y de contrarias naturalezas, las hemos tenido con Francia, que fué nuestro enemigo tenaz cuando éramos los más fuertes y temidos en Europa. Desde Cerinola hasta Rocroy luchamos sin descanso, enfrente los Españoles de los Franceses. Después, en la guerra de Sucesión, unimos nuestras armas para pelear contra el resto de la Europa coaligada. Durante el siglo XVIII y los primeros años de este, nos mantuvimos en una amistad pocas veces interrumpida, y con mas frecuencia llevada al exceso de funestos pactos de familia, y de perniciosas alianzas con la República y el Imperio. La invasión aleve de 1808, y la heroica resistencia de nuestros padres, han dejado huellas profundas en el alma noble y altiva del pueblo español, que vé con razón en aquella guerra una de sus más grandes glorias. La intervención de 1823, aunque menos antipática, cuando se verificó, á numerosos partidos españoles, llena de justa amargura los sentimientos de la generación actual.

Pero desde 1830, entre los pueblos cuyos intereses están vecinos á los de España, Francia es el único con quien no hemos estado en peligro de reñir; asi como, entre los vecinos de la Francia, somos los únicos con quienes no ha tenido esa nación conflictos.

En las cuestiones de Cuba, de Santo Domingo y del Pacífico, hemos tropezado muchas veces con la rivalidad de los Estados-Unidos. En Portugal y en Marruecos, con las intimaciones hostiles de Inglaterra. Hemos tenido guerras con Méjico, con el Perú, con Chile, con el Ecuador, con Santo Domingo, con Marruecos, con Cochinchina. El pueblo portugués, nuestro más natural amigo, no pierde ocasión de manifestar hacia nosotros recelos infundados. Y Francia, que ha peleado contra Rusia, contra Austria, contra Prusia, que hizo temer varias veces á Inglaterra con la amenaza de un desembarco, que ha puesto con repetición en peligro la