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260 — El Licenciado Pedro de La-Gasca

socorros é hizo otros muchos gastos que ascendieron, durante toda la campana, á novecientos mil pesos, los que abonó á su terminación, con lo que reunió, recogiendo las rentas y quintos del Rey, y con el oro y plata de los traidores y condenados, juntando tan gran tesoro, que le quedaron para traer al Emperador un millón y trescientos mil castellanos en plata y oro; cosa de que mucho se maravillaron todos, y no tanto por el dinero, sino por la manera con que lo juntó, sin cometer tropelías, injusticias, ni desafueros.

Después que con gran maña castigó á los revoltosos y bandoleros, restos de las disensiones pasadas, dióse prisa á poner en concierto la justicia, á gratificar los soldados, poner en vigor la tasa de los tributos, dejar la gente y tierra llana quieta y mejorada, para lo cual visitó en persona los puntos más necesitados de buen gobierno, y en una de aquellas beneficiosas para el país entradas suyas, fundó la ciudad de la Paz, á orillas del rio Cayano, entre unas montañas, al Levante, que miran al Brasil, y el lago de Titicaca, al Poniente; hecho lo cual, preparóse para volver á la Península, cosa que mucho deseaba, al revés de cuantos ejercen mandos importantes, quienes, por lo general, se apegan tanto á ellos, que consideran como la mayor desgracia que sucederles pudiera, el tenerlos que dejar para volver á la vida privada.


VI.

Habia llevado el Presidente licencia de S. M. para volverse á España cuando le pareciese, y viendo ya quietos y sosegados los ánimos en el Perú, donde los soldados y gente de guerra, disueltos y derramados, se habian aplicado á ganar de comer cada uno en el oficio que sabia, ó tratando en negocios de minas; considerando asimismo que la Audiencia Real y los Gobernadores, por ella nombrados, administraban justicia sin embarazo ni impedimento alguno, determinó su regreso. Movióle también á ello el deseo de poner en salvo los fondos que habia reunido para la Real Hacienda; temiendo que si permanecían alli, fuesen incentivo que moviese á algunos á promover nuevas alteraciones para robarlos. Sin dar, pues, á nadie parte de su proyecto, hizo preparar todas las cosas necesarias para la navegación, y después que tuvo