frecuentando las más famosas escuelas de España, que entónces lo eran tambien de la Europa entera, pues el brillo de la célebre Universidad de Salamanca, igualaba, si no oscurecia, el de las de Paris, Bolonia y Lovaina, únicas que con ella podrian sostener la comparacion, por los eminentes profesores que en sus áulas difundian la luz del saber. No necesitaban por cierto, como hoy dia, nuestros jóvenes estudiosos el ir á completar su educacion científica en establecimientos extraños, que, ántes por el contrario, ilustres varones, formados en nuestro país, fueron á explicar con gloria en aquellos centros de la humana ciencia. Juan Martínez Silíceo, Pedro Ciruelo y Juan Gélida, catedráticos de Filosofía en la Universidad de Paris; Juan de Mariana y Juan Maldonado, que enseñaron Teología en la misma; así como Pedro de Soto y Martin de Olave, en la de Dilingen; Alonso de Pisa, en la de Ingolstad; Pedro Ruiz de Moros, en la de Cracovia; Luis Vives en Lovaina y Oxford; Luis de Lucena y Pedro Jaime Esteves, explicando la Medicina en Tolosa y Montpeller, y otros muchos que podriamos citar, dieron clara muestra de la superioridad intelectual de España durante el siglo XVI.
Graduóse de Maestro en Artes y Licenciado en Teología en la Universidad de Alcalá, y fué colegial en el Mayor de San Ildefonso de la misma, y Examinador de licencia en Artes; pero en tiempo de las Comunidades de Castilla, alborotados la mayor parte de los colegiales en favor de la causa popular, quisieron introducir novedades en la gobernación de él, á las cuales se opuso nuestro D. Pedro, que no sacando fruto alguno de su oposicion, renunció la beca y marchó á la Universidad de Salamanca, en la cual se dedicó al estudio de las leyes y cánones, y recibió el grado de Bachiller en ambos Derechos. Fué Rector en su Universidad y Juez escolástico, y en 18 de Octubre de 1531 vistió la beca en el Colegio Mayor de San Bartolomé, vulgo el Viejo.
Concluidos sus estudios, recibió La-Gasca las sagradas órdenes, abrazando la carrera eclesiástica, que era entónces la que más breve y seguramente conducía á los hombres de mérito á una elevada posicion: y no es que pretendamos decir con esto que la escogiese movido por la ambicion, pues ántes, al contrario, la rigidez y pureza de su vida fueron una constante prueba de que habia entrado en ella impulsado por una verdadera vocacion. A poco obtuvo una canongía en la santa iglesia de Salamanca y el destino de