que habían contribuido á la pacificación. Con todos ellos se embarcó en Barcelona en las galeras de la armada Real, que le estaban esperando, y llegó á la presencia Real con un presente, además, de quinientos mil escudos labrados en reales. Dióle el Emperador, de allí á pocos dias, el Obispado de Palencia, que acababa de vacar por muerte de D. Luis Cabeza de Vaca, y le concedió la gracia de que añadiese al escudo de sus armas nueve banderas con esta letra: Carolo Quinto restitutio Perú Regnis tyrannorum spolia. Premio digno de sus señalados servicios, pero no igual al mérito y á la gran capacidad para gobernar, de que habia dado tan insigne muestra.
Preparábase nuestro Obispo á dedicarse entera y exclusivamente á las sagradas funciones de su ministerio pastoral, cuando recibió orden, á principios de 1551, de pasar á la corte, que entonces se hallaba en Valladolid, para formar parte de la Junta nombrada con el fin de resolver la instancia que habian presentado los Procuradores de Nueva España en solicitud de que los repartimientos de Indios se declararan perpetuos. Formaban aquella, además del Presidente, Marqués de Mondéjar, que lo era del Real Consejo de Indias, los demás Ministros del mismo Tribunal, los Procuradores del Perú, antes nombrados, los de Méjico, que lo eran Alvaro de Villanueva, Gonzalo López, y el historiador Bernal Díaz del Castillo, F. Martin Regente, dominico. Obispo de las Charcas, el venerable y digno de eterna loa F. Bartolomé de las Casas, Obispo de Chiapa, y su compañero F. Rodrigo, D. Vasco de Quiroga, Obispo de Mechoacan, y otros varios hidalgos y caballeros de los primeros conquistadores que en aquella sazón se hallaban en la corte con distintas pretensiones, y á todos los cuales se les ordenó asistir á las sesiones que celebrara la Junta para ilustrarla con su parecer, como conocedores del estado del Nuevo Mundo y de lo que pudiera serle más conveniente. Reunida la Junta, propusieron desde luego los Procuradores de ambos reinos su demanda, á la cual se opuso el primero F. Bartolomé de las Casas, apoyado por F. Rodrigo; contestóles D. Vasco de Quiroga, que patrocinaba la solicitud, y tomando entonces la palabra el Obispo de Palencia,