Página:R.E.-Tomo X-Nro.40-Id.04.djvu/23

Esta página ha sido corregida

alguna, cualquiera sea su clase, hermosura, riqueza ó poderío.

Al oir esto Moraima, se puso en pié, cruzando los brazos, poniendo sobre el corazón la diestra, con gracioso y noble ademan, é inclinando la cabeza, sin dejar de mirar al Cristiano, respondió:

— Señor, habeis hablado conforme al uso de vuestra tierra, donde suele ser, no sé si buena ó mala costumbre, que las doncellas oigan requiebros y juramentos á hurtadillas de sus padres. Mi madre no ha entendido sino la menor parte de cuanto acabais de decir. Esperad, pues, á que Yusef venga, y él os dirá lo que mejor le parezca, á propósito de lo que una doncella no entiende... No prosigais, señor, ni me obligueis á ser descortés, cuando no soy sino prudente!


XI.

Más enamorado que nunca el mancebo, y pareciéndole imposible hallar tamaña discrecion y modestia, á la par de tanta juventud y hermosura, ciego de cariño y escaso de experiencia, acudió á Yusef. Recibióle éste, como quien trata de curar á un enfermo de aprension; no llevándole desde luego la contraria, pero mostrándole cuan imposible era que Moraima Ben-Lope y Juan de Silvela fueran esposos.

— ¿Y por qué ha de ser imposible? —exclamó éste, lleno de desesperacion. — ¿No puede hacerse cristiana Moraima?... ¡Perdona! —añadió;— no te ofendas, Yusef. Veo el ceño con que me escuchas. Antes que ofender á mi salvador y amigo, arrostraria la muerte, por segura que fuese, Yusef. Serénate y óyeme....

— ¿Y no valdría más —respondió el Moro— que me contestases á una sola pregunta?

— Hazla, pues.

— ¿Te harias Musulmán, para casarte con Moraima? Porque, entonces, tuya es.

— ¿Y serías, capaz de dar tu hermana á un infame renegado?

— ¿Te enojas? —exclamó Yusef.— Y Moraima, por ventura. ¿no seria renegada, si se tornase cristiana?

— La mujer no es lo mismo.

— Esa mujer es mi hermana.

— Es un ángel.