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UNA MATA DE HELECHO

Arroyo de Jaboneros, en el sitio llamado de la Mina, inmediato á Málaga; y como los habitantes de aquellos alrededores aseguran no le hay en toda la comarca, sino allí, bueno será que, con un tantico de historia y una poca imaginacion, tratemos de explicar lo que tan extraño parece en aquel clima. Poeta soy, si para serlo da derecho el amor al arte; y pues la ciencia calla, hable la poesía, no sin tomar cuanto la historia ofrezca, que, al cabo, el corazón y el alma, morada de lo que hoy llamamos sentimiento, señorean regiones y horizontes desconocidos para la humildísima razón humana, cuya vanidad ni aun á soberbia llega, si el corazón y el alma no la ayudan.


I.

Por el mes de Marzo de 1483, padecieron los Cristianos tremenda derrota en las lomas de Cútar, poco más de cuatro leguas de Málaga. Llevados del deseo de combatir y atraídos de la hermosura y riqueza de la Hoya y Jarquía, cometieron la imprudencia de adelantarse por terreno fragoso y poblado de enemigos, los cuales, apellidándose, al ver los despojos que los nuestros se llevaban, cayeron sobre ellos y mataron ochocientos, de pocos más de dos mil que eran.

Mataron los Moros á D. Diego, D. Lope y D. Beltran, hermanos, y á D. Lorenzo y D. Manuel, sobrinos del Marques de Cádiz, que en compañía de D. Alonso de Cárdenas, Maestre de Santiago, mandaba la malaventurada expedicion. Perdieron su libertad el Conde de Cifuentes, su hermano D. Pedro de Silva y otros muchos caballeros é hidalgos.

De estos, quedó por muerto en el campo un jóven escudero que apénas tendría veinte años, y cuyo rostro casi imberbe, pálido y delicado como el de una doncella, del todo descubierto, á causa de haber rodado por el suelo el sencillo capacete que en la cabeza llevaba, llenó de piedad á un ginete moro que hacia él venía, cansado de alancear fugitivos cristianos. Alzó el Musulmán la larga lanza, echóse atrás la adarga, y creyendo que el mísero cristiano había muerto, exclamó:

— ¡Pobre madre!...

Y clavando la negra pupila en la costa que al horizonte, más