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II.

Entre las personas notables que se alistaron en la segunda expedicion de Colon al Nuevo-Mundo, año de 1493, lo fué un jóven caballero natural de Cuenca, llamado Alonso de Ojeda, que se habia educado en la casa del Duque de Medinaceli, dando pruebas de extraordinario arrojo y valentía. Cuenta de él Fr. Bartolomé de las Casas una anécdota, que merece recordarse, porque da cabal idea de su asombrosa serenidad y valor.

Hallándose la reina Doña Isabel en la célebre torre de la catedral de Sevilla, llamada la Giralda, deseoso Ojeda de entretener á S. M., dando al mismo tiempo prueba de su agilidad y esfuerzo, subióse á una gran viga que proyectaba en el aire como veinte pies fuera de la torre, á tan inmensa altura de la tierra, que las personas que por ella pasaban parecían enanas. Caminó por la viga con la misma desenvoltura que si anduviese por una llana plaza, y cuando llegó á la punta, levantó una pierna en el aire, y girando ligeramente sobre la otra, volvió al punto de partida sin experimentar el menor vahido, ni le causase temor de ningún género tan pavorosa altura. Quedándose después sobre un pié en la viga, puso el otro en la pared de la torre, y tiró por cima de ella una naranja; pruebas todas, dice las Casas, de inmensa fuerza muscular. Tal y tan esforzado era el jóven Ojeda, aunque de baja estatura, fornido de miembros, de rostro moreno y agraciado, destrísimo en el manejo de todas armas, y en el bote de lanza inimitable, ídolo de aquella juventud aventurera y Aquíles de la grandiosa epopeya que dio á España un Nuevo-Mundo.

El Almirante, justo apreciador del mérito, no tardó en distinguirle entre todos sus compañeros, fiando siempre á su pericia y valor las más arriesgadas empresas. El fué quien exploró el primero las vírgenes selvas de la isla Española, y descubrió las minas de Cibao, de las cuales sacó para muestra de su riqueza un grano de oro de ocho onzas de peso; él quien en 1497, al frente de los expedicionarios, guerreó con los Indios hasta vencer al valiente cacique Contrabo, logrando la completa sumision de Santo Domingo, y él quien, constantemente fiel al gran Colon, le defendió siempre de sus envidiosos y detractores.