mas de los reinos de la muerte oscura,
rota mostrando al mundo su cadena,
íntegra y salva su doctrina pura!
¡Él es... el docto, el inspirado, el tierno,
seráfico augustino...
el poeta divino
que, en coloquios de amor con el Eterno,
cantó la ansiada libertad del alma
y de caducos bienes el olvido,
cual ruiseñor que en la solemne calma
de la Noche serena,
de amor enloquecido,
entona apasionada cantilena,
única voz del mundo adormecido!
Jubilosa Natura
ya reconoce á su cantor amado...
á aquel que blandamente recostado
cabe la linfa de fontana pura,
las horas descuidado
pasaba, ni envidioso ni envidiado.
Y ufano el sol, estática la luna,
las flores de placer ruborizadas,
trémulo el bosque, y llenas de alegría
las aves en sus copas anidadas,
saludan á porfía
la noble Efigie del ilustre vate
cuando en el alto pedestal parece
en que un siglo entusiasta le coloca,
del tiempo á resistir el fiero embate,
como á la mar la perdurable roca.
Gozoso en tanto el pueblo salmantino
con aplausos y vítores aclama
el triunfo egregio, la perpétua fama
del cristiano David, segundo Aquino.
Y el raudal cristalino
del viejo Tórmes, que los pátrios lares
besó de tanto ingénio peregrino,