Página:R.E.-Tomo VII-Nro.26-Id.10.djvu/1

Esta página ha sido validada

BOLETIN BIBLIOGRÁFICO.

 


 

LIBROS ESPAÑOLES.


Discurso que en la inauguracion de las conferencias dominicales para la educación de la mujer leyó en la Universidad de Madrid el Dr. D. Fernando de Castro, Profesor de Historia y Rector de la misma Universidad, el 21 de Febrero de 1869.

Al realizarse las últimas elecciones para el Parlamento Británico fué defendido en algunos distritos el derecho de las mujeres para tomar parte en el nombramiento de los Representantes de la nación. En los Estados-Unidos, desde hace muchos años, se repite en reuniones públicas la predicación en favor de la idoneidad de los individuos del bello sexo para ejercer los mismos derechos politicos que los hombres. Algunas reformas que en los últimos meses se han realizado en Francia bajo la protección del Gobierno imperial, con el propósito de perfeccionar la instrucción de las jóvenes, han producido vivas polémicas en que el Episcopado ha intervenido. Y al mismo tiempo, entre las muchas innovaciones planteadas en estos dias en España á consecuencia de la libertad concedida á la enseñanza, se cuentan la creación en Madrid de un Ateneo de señoras, y de conferencias dominicales tenidas en la Universidad para la educación de la mujer.

Hace un siglo, este problema dé la participación de la parte femenina de la humanidad en las ocupaciones que entonces, como ahora, son casi monopolizadas por la masculina, se planteaba de ordinario en otros términos. Ahora se trata de los trabajos politicos, cientificos y literarios: entonces se fijaba con más preferencia la atención en los industriales. Los economistas velan en el trabajo de la mujer uno de los más poderosos recursos que pudieran ser empleados para sacar el comercio y las artes de España de la lamentable decadencia á que el antiguo régimen los habia traido. Las leyes, al suprimir las esterilizadoras trabas de la legislación gremial, se apresuraron á permitir el ejercicio de muchos oficios á la mujer, separada antes, por regla general, de todos los agremiados.

«El Criador, decia Jovellanos, en 1785, en un informe sobre el libre ejercicio de las artes, formó las mujeres para compañeras del hombre en todas las ocupaciones de la vida, y aunque las dotó de menos vigor y fortaleza para que nunca desconociesen la sujeción que les imponía, ciertamente que no las hizo inútiles para el trabajo. Nosotros fuimos los que, contra el designio de la Providencia, las hicimos débiles y delicadas. Acostumbrados á mirarlas como nacidas solamente para nuestro placer, las hemos separado con estudio de todas las profesiones activas, las hemos encerrado, las hemos hecho ociosas, y al cabo hemos unido á la idea de su existencia una idea de debilidad y flaqueza, que la educación y la costumbre han arraigado más y más cada dia en nuestro espíritu.»

Campomanes, en su obra sobre la Educación popular, formula en