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monumento que se puede legar á las generaciones futuras, pues para modificar las condiciones meteorológicas y atmosféricas de Madrid, y con ellas las de la existencia humana, no hay medio más eficaz y saludable.

La crítica de la vida actual de Madrid, á que dedica un capítulo especial el autor, es justísima, como lo sabemos cuantos tenemos que sufrir la carestía de los alimentos, de los alquileres y todas las molestias hijas de la ignorancia y del atraso de la administración municipal y de la general del país. Los deseos que manifiesta el Sr. Fernandez de los Rios de dar á Madrid condiciones de existencia propia con el establecimiento de ciertas industrias, son muy laudables, y sólo si se lograra realizarlos, podría llegar la Villa á ser una gran población, porque de otra manera continuará siendo, como hasta aquí, un pueblo de empleados y de pretendientes, formado por aluvión, y donde son raras las familias que se establecen con carácter definitivo y por espacio de varias generaciones.

No hay para qué decir hasta qué punto son convenientes y aun útiles, si no todos, la mayor parte de los planes que se contienen en el libro de que hemos procurado dar idea, pero lo que no nos parece es que sean tan fácilmente realizables (ni aun procediendo de un modo revolucionario) como el autor se imagina. La trasformacion del Madrid actual, es una obra superior á nuestras fuerzas económicas, y aunque no lo fuese, debíamos renunciar á todo lo que nos obligase á derribar manzanas y barrios enteros, cuando para ello no haya una necesidad imperiosa ó una utilidad grandísima, porque la destrucción de edificios es una pérdida seca de capital que no tiene compensación alguna y que grava sobre las construcciones futuras. Por estas y otras causas, en todas las grandes capitales de Europa, menos en París (cuya reforma obedece á motivos que no son precisamente la utilidad de sus habitantes) se ha seguido el plan más modesto, pero más práctico, de hacer en lo antiguo las mejoras indispensables, construyendo nuevos barrios, nuevos paseos y nuevos establecimientos, con todas las circunstancias y perfecciones que enseñan los adelantos modernos y que reclaman las necesidades y modo de vivir de la época presente. De todas maneras, el Sr. Fernandez de los Rios ha hecho un gran servicio á Madrid con la publicación de su libro, porque contribuirá á que se realicen, si no todas, algunas de las reformas que con más urgencia necesita la capital de España.


Memoria leída por el Sr. Director de la Biblioteca Nacional, en la sesión pública del 31 de Enero de 1869.

Con arreglo á las prescripciones del reglamento y á la costumbre establecida desde hace algunos años, se ha celebrado en el presente, en la Biblioteca Nacional, la sesión pública en que su Director da cuenta del estado de aquel establecimiento, de las novedades ocurridas en los últimos doce meses, de las mejoras que con más urgencia reclama, y de los premios concedidos en el certamen anual.

El número de concurrentes á la Biblioteca continúa en el aumento que ya en los años anteriores venía presentando. En el de 1868 los lectores han sido 27.902, y se les han servido 32.344 volúmenes, correspondientes á 28.241 obras impresas, distribuidas de este modo: de ciencias y artes, 10.356; de historia, 6.480; de bellas letras, 4.523; de jurisprudencia, 3.394; de miscelánea y periódicos, 2.846, y de teología, 642. Por el