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sólida y verdadera libertad. Disentimos, sin embargo, en la extensión y materias que cada uno ha de comprender, así como también en algunas apreciaciones sobre el congreso de profesores y sobre el remedio de hacer imposible la recomendación, á la que llamó el Sr. Giralti-Pauli, lepra de la Administración española; pero como dicho señor no hace más que apuntar sus ideas, no es extraño que encontremos vacios que, de seguro llenaría el Sr. Giralti-Pauli, si haciendo un bien á su país desarrollara los pensamientos que apunta en su carta.

La asignatura á que se refiere y que pudiéramos llamar Mathesiología, ó sea clasificación de las ciencias con el estudio de las actitudes de cada individuo para las diversas carreras, nos parece interesantísimo; pero no creemos que deba constituir una nueva asignatura, y sí comprenderla en el segundo curso de Filosofía; pues en la ciencia de las ciencias es donde debe estudiarse esta clasificación.

Otro de los pensamientos dignos de estudio es que el profesorado de los Institutos, no solamente sea instructor, sino educador y moralizador; porque, dice perfectamente el Sr. Giralti-Pauli, para vivir en el seno de la libertad son necesarias la moralidad y la virtud. Propone para evitar los estragos de la sensualidad y la pereza ocupar agradablemente á los alumnos en la gimnasia, música, canto y otras diversiones que, sin distraerlos del estudio, fortaleciesen su cuerpo y su alma. La creación de grandes gimnasios en los institutos ha sido una de las ideas que hemos acariciado por más tiempo, y no comprendemos cómo se pretenda querer hacer vivir la vida de la inteligencia á un jóven débil y enteco por el abandono y el vicio.

Las pocas palabras que dedica el autor del folleto á la mujer, dándola por guía la verdad y el deber, y proponiendo la creación de carreras adecuadas á su sexo, nos parecen oportunísimas, y desearíamos que, como en otros países, se desarrollara en el nuestro este pensamiento.

Concluye el Sr. Giralti-Pauli su larga carta y brevísimo libro con dos ideas verdaderamente poéticas, la elevación de un palacio á la Naturaleza y la civilización de África. La primera tiene por objeto reunir todas las producciones de la tierra, inmensa colección de todos los seres minerales, plantas y animales que, unidos á los más acabados instrumentos científicos de Física, Astronomía, Mecánica, etc., etc., formarán el grandioso conjunto de todas las conquistas de la inteligencia humana. Respecto á la civilización de África, terminaremos trascribiendo el llamamiento que hace el autor á los Españoles. ¡El África duerme el sueño de la muerte en el seno de una Naturaleza rica y esplendente! ¿No queréis despertarla?