bateas, espadas, jarros, gumías, ajorcas, collares, arracadas, dedales, zuhumadores y otros multiplicados objetos, no arriesgaré el tomar plaza de ligero, si me atrevo á repetir que los salones destinados al arte mahometano en este Museo, han de ser el encanto de los doctos, si como anhelo, sigue respondiendo el sentimiento nacional á lo que de él esperan cuantos aman la honra y la gloria patria.
No ocultaré á V., mi buen amigo, que si el arte llamado á representar en las Monarquías independientes de Asturias, Aragón y Navarra, con el Condado de Barcelona, la gran tradición latino-bizantina, comienza á tener en este Nacional Instituto digna representación, no abundan todavía los monumentos que produce. A la verdad, la misma pobreza de aquellos primeros dias de la reconquista, fué causa de que se eclipsara en las montanas del Norte la magnificencia visigoda, produciendo verdadero escándalo los conatos de algunos Príncipes asturianos para restablecerla; pero desde el momento en que empieza en la España central la dinastía navarra con D. Sancho el Mayor, y toman su hijo y nietos título de Emperadores, poniendo en Toledo el trono castellano, revive con inusitada pompa el fausto latino-bizantino, presentando las Bellas Artes y las artes secundarias muy peregrino, bien que todavía no bien estudiado renacimiento. De este renacimiento y de las edades que se siguen, existen á dicha muchas y muy peregrinas preseas arquitectónicas é industriales; y cumple á los fines de este Museo el allegarlos con el mayor esmero y eficacia. La obra se inaugura; pero por sus especiales condiciones, no puede llevarse á cabo, sin la honrada y decidida cooperación del clero, depositario en gran parte de tan venerables reliquias. Lejanas há tiempo de toda aplicación al culto, duermen las más ignoradas en desvanes y sótanos, á que suele darse en catedrales y parroquias título de trasteros: sólo sirven allí para ser víctimas de la travesura ó ignorancia de acólitos y sacristanes, ya que no para saciar alguna vez su menguada codicia, excitados por viajeros extraños que explotan, con vergüenza y daño de la patria, aquel inmemorial abandono. ¿Será mucho exigir el esperar de la ilustración del clero español que, imitando el ejemplo del clero francés y aun del clero romano, responda á la voz del patriotismo para contribuir, tan á poca costa, á la pacifica y noble exaltación de las glorias españolas?... La mayor parte del episcopado ha respondido