arte latino-bizantino, como hijo de aquella magestuosa cultura; florecía en todas las comarcas del Imperio visigodo. No será difícil en este concepto determinar inuy en breve, por medio de tan preciosas reliquias, los especiales caracteres de las basílicas, aulas regias, atrios, martirios, capillas (sacella), xenódoquios, y otras fábricas mencionadas por el sabio autor de las Etimologías, así como nos es ya dado designar, entre los fragmentos recogidos, los que pertenecen al templo de Guarrazar, depositario de las famosas coronas, á la renombrada basílica de Santa Leocadia y al celebrado pretorio de Wamba en Toledo, y al grandioso templo de San Vicente en Córdoba, cuyas riquísimos despojos ingirió el grande Ábd-er-rahman en su maravillosa mezquita. —Como V. puede fácilmente deducir, este arte, así negado y revelado en sus proucciones, y cuyo estudio ha despertado en nuestro mismo suelo el amor patrio, ha debido llamar muy eficazmente mi atención, no sólo por la noble satisfacción de ver coronados mis esfuerzos, al vindicar á España de la nota de barbarie que le imponían nuevamente los eruditos ultramontanos, sino porque arroja toda luz sobre la historia de nuestra civilización, dando á conocer de lleno uno de los más gloriosos períodos de nuestra cultura.
Y no otro oficio hará este Museo Nacional por lo que respecta al arte mahometano. Atesorando ya peregrinos restos arquitectónicos de todas las edades de su vario y rico desarrollo en el suelo español, está llamado este departamento del Museo de la Edad Media á reconcentrar en sí las miradas de nacionales y extranjeros; y cuando en contados meses lo he visto acaudalarse con objetos tales que hacen verosímiles y muy naturales las descripciones de los palacios de Medina Ázzahra, que antes conceptuábamos hiperbólicas, ya que no fabulosas; cuando al lado de estas exquisitas muestras de lo que fué en Medina-Andálus el alcázar de los Califas de Occidente, veo ya figurar no menos estimables miembros arquitectónicos de los palacios levantados en Toledo y Zaragoza por los Beni-n-dhinum y los Beni-Lopes, ya en riquísimos mármoles, ya en incorruptibles maderas; cuando de la portentosa aljama de Abd-er-rahman y de Almanzor y de la celebrada Alhambra y de otros edificios granadinos se van acopiando vistosos aliceres y delicados relieves (alharas, ataujías y atauriques), y á toda esta arqueológica riqueza responden con creces las adquisiciones relativas al moviliario y á la indumentaria en lamparas,