olvidado cómo los hombres doctos en el estudio de la ciencia arqueológica se lanzaron, con cierta noble avidez, en el campo de las investigaciones, ganosos de fijar por una parte la representación de aquellas peregrinas coronas y de ilustrar por otra la historia del arte, que las habia producido. Entre las multiplicadas y contradictorias hipótesis que salieron á luz con tal motivo, no será á V. difícil traer á la memoria la singular y originalisima teoría que formuló en muy erudito libro el más erudito M. de Lasteyrie, dando por sentado que el Tesoro de Guarrazar era en suma debido al arte germánico. — Esta osada aseveración, que despojaba á la nación española de toda cultura, durante la edad más floreciente del episcopado hispano-latino, dio origen á mi Ensayo histórico-crítico sobre el Arte latino-bizantino en España y las coronas visigodas de Guarrazar, libro que juzgó digno de encabezar la nueva serie de sus Memorias la Academia de San Fernando.— Animábame, al escribirlo, el anhelo de comprobar que asi las coronas como todas las preseas que constituían aquel gran tesoro, eran debidas á un arte, hermano de la gran literatura representada por los Leandros y Fulgencios, Eugenios é Ildefonsos; arte que satisfacía amplia y ciimplidamente todas las necesidades de la vida, política, social y religiosamente considerada; y cúpome la satisfacción de recibir en breve notabilísima carta del docto M. de Lasteyrie, en que felicitándome hidalgamente por haber escrito aquel libro, restituía á España, no menos ingenua y noblemente, la honra antes negada. —Lasteyrie reconocía, durante la Monarquía visigoda, la existencia en el suelo ibérico del arte latino-bizantino. Pues bien, mi digno amigo: todos los días recibo nuevos testimonios de esta verdad histórica, anunciada ya desde 1844 en mi Sevilla Pintoresca y puesta en duda, con más aparato de agena erudición que de propios estudios, por alguno de los que entre nosotros se atribuyen autoridad de críticos universales. Lo mismo de Guadamur que de Toledo, de Puente Genil que de Córdoba, de Elche que de Murcia, de León que de Oviedo, de Mérida que de Sevilla se remiten á este Nacional Museo fragmentos arquitectónicos exornados de bellas labores, que hermanándose con todo linaje de objetos indumentarios, antes recogidos en los gabinetes de la Biblioteca y Museo de Ciencias Naturales, demuestran la exactitud del libro de San Isidoro, al describir todo género de edificios existentes en su época, y prueban al par que el indicado
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