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BOLETIN BIBLIOGRÁFICO.


Entre el cielo y la tierra. — Poesías de la Señorita D.ª Joaquina García Balmaseda, precedidas de un prólogo del Sr. D. Manuel Cañete, individuo de Número de la Real Academia Española.

"Modesta poetisa" llama el Sr. Cañete á la autora de los lindos versos que encierra este volumen, cuya lectura acreditado justa y exacta la frase de aquel crítico distinguido. Todas las poesías de la Señorita Balmaseda están escritas por un estilo tan natural y sencillo, y tan á las claras revelan que el único propósito de quien las escribe es dar una forma bella á lo que siente y piensa, que desde luego seduce el ánimo del lector, tal vez cansado de la hinchazón y el aparato con que otros autores parecen exigirle aplausos y pretenden enseñarle. Sin que fuese al frente de este libro el nombre del autor, fácilmente se acertarla que es una mujer, y dotada con creces de los sentimientos que hacen más estimable su sexo. Una de las mejores poesías, acaso la superior de la colección, es la titulada A mi madre: el soneto Mis alegrías, la Despedida al año de 1865, La flor del olvido y otras, abundan en ideas bellísimas, que por si, y por la forma en que están expresadas, revelan que no han sido hijas de la lectura de otros libros, y recalentadas, por decirlo así, á fuerza de artificios retóricos, sino que han nacido fácil y espontáneamente del alma de la autora. Tiernos, hemos indicado, que son los afectos que ésta canta, y entre ellos sobresale una constante y sincera piedad religiosa; no parecida, por fortuna, á cierta piedad al uso, con la que, más que atraer, parece que se intenta separar las almas del camino del bien y de la verdad.

Con mucha razón niega el Sr. Cañete, al comenzar su prólogo, el aserto de que la época presente no es época de poesía: bien hace en afirmar que la poesía no puede morir sin que antes muera moralmente el hombre. Debemos esperar que los esfuerzos de los autores que den á luz sus obras (como ya lo han hecho la señorita García Balmaseda y otros), acabarán por vencer el poco apego á los goces del alma, ahora reinante, que justamente califica de lamentable el