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EL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL.

tributo, que de todos los ángulos de la península envían la ilustracion y el patriotismo. Consolador es en efecto, mi querido amigo, el espectáculo que se ofrece de contínuo á mi vista, desde que dejada la quietud de las tareas universitarias, me ví colocado al frente de este Instituto, nuevo por desgracia en nuestro suelo; y si el noble sentimiento de la dignidad y de la grandeza del pueblo español despertare en todos los hombres doctos, como ha despertado en algunos, no sería en mí censurable jactancia el asegurar que no se há menester largo plazo para ganar cuanto hemos perdido, con dejar á otras naciones la delantera por el espacio de dos siglos en la creacion y formacion de tan útil establecimiento.

Ni parecerá aventurado este aserto para quien se pare un instante á considerar, que respondiendo la riqueza monumental de todo pueblo á las vicisitudes de su historia, y que siendo tantas y de tan vária índole las que en muy apartadas edades pesaron sobre la Península pirenáica, copioso y por extremo variado debe ser el caudal de sus monumentos en las multiplicadas esferas de la vida, á que responden siempre con entera fidelidad las creaciones de las Bellas Artes, y los productos de las artes industriales. Rico, no tanto por el número de los objetos al presente allegados, cuanto por su sorprendente diversidad, aparece en su misma cuna este Nacional Museo, intérprete genuino de todas las glorias de la patria y éco vivo de todas las dominaciones que en el proceso de los tiempos se establecieron del lado acá de los Pirineos; y si no es prudente poner en tela de juicio que los Museos Arqueológicos de otros pueblos, han contribuido con creciente eficacia á esclarecer la historia de los mismos, indudable es para mí, y este convencimiento labrará luego en la conciencia de los estudiosos, que del exámen de los tesoros ya acaudalados en el Casino de la Reina, brotará luz suficiente para disipar las cerradas nieblas, que envuelven todavía épocas enteras de la historia nacional, y para rectificar muchos y muy autorizados errores, relativos á las costumbres, las creencias y la cultura de otras edades, que se conceptúan más conocidas ó estudiadas.

Porque yo tengo por seguro, mi excelente amigo, que dado por fortuna el fecundo impulso que han recibido los estudios crítico-históricos en las regiones especulativas, obra á que he procurado contribuir desde la cátedra por el espacio de veintiun años, y restablecida á dicha en su prístina fuerza y valor aquella verídica