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Firme en tu Fe y en el amor ardiente
De mi patria querída,
Acabe entre estos hielos tristemente
La miserable vida;
Mas no su amigo el déspota me llame,
Mi cuello unciendo al yugo;
Apriételo más bien con cuerda infame
La mano del verdugo:
Y ántes que manche del perjurio el yerro
Mi lengua que te invoca,
Dura tenaza de encendido hierro
La arranque de mi boca.
Ángel María Dacarrete.