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EPISODIOS

pagaban siempre menos de lo que bebían, porque bebían distraídos y se fiaban en el plus del día siguiente; pero que como ya se fuesen atrasando en lo del pagar y adelantándose en lo de beber, el declarante les requirió para que abonaran al contado; y dijo el turco que pues no tenía suses, él se jugaba una pipa que había pertenecido al Dey de Argel, y añadió el pícaro (picardo) que él se jugaba otra que había sido la alhaja más querida de un santo de Constantina, con tal de que fuese el juego en la forma que él estableciera.

El declarante confiesa que las dos pipas le gustaron; y que, halagado con la esperanza de ganarlas, dijo á los soldados que propusiesen el juego, cuyo juego era de la manera que dice á continuación.

Debía traerse un pipote ó tonel de dos arrobas de cabida, destapado por la parte superior, y se trajo: debía este llenarse de buen vino de la Ribera hasta la mitad, y se llenó con sobras; y en tal estado debían los soldados meter por lo ancho la pipa en el pipote y apurar de balde todo el líquido, con tal que le chuparan por el tubo de sus pipas, so pena sin embargo de perder las prendas si dejaban dentro del tonel más de medía pinta, ya sea que fuese porque se cayeran de puro beodos, ó porque se quedasen dormidos.

El declarante afirma que aunque los soldados estaban comprometidos, según su contrato, á apurar el vino colocados en pié durante el tiempo que pudieran tenerse derechos, se conformó con que se sentaran cuando estos se lo rogaron al cabo de tres cuartos de hora, y añade para su descargo, que cuando después de otros tres cuartos de hora aquellos pidieron sentarse en el suelo, se avino á ello dejándolos beber echados lo mismo que gorrinos.

El declarante confiesa que después de dos horas de chupar como lechuzas, los soldados hubieron de quedarse dormidos sin agotar el vino en más de dos pintas; y ya de los labios se les cayeron las pipas dentro del pipote, en cuyo acto recogió su legitima ganancia; cargó á cuestas con los borrachos, uno tras otro, y los puso de costillas en la calle, donde supone el declarante que amanecerían: que no tiene más que decir, y que lo dicho es la verdad á cargo del juramento que tiene prestado.

Peguntado si recordaba haber dicho á los soldados argelinos que se fueran á Zumalacárregui y que este les daria para tabaco, dijo: que como una hora antes de venir á prenderle los mismos soldados le