Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo I (1900).pdf/126

Esta página no ha sido corregida
120
QUO VADIS

—Perdón, divinidad, contestó Actea, inclinando la cabeza y cruzando los brazos sobre el pecho.

Pero Popea, entre tanto, habíase puesto á mirar á Ligia.

—¿Quién es esta esclava?—preguntó después de una pausa.

—No es una esclava, divina Augusta, sino una hija adoptiva de Pomponia Graecina, é hija del rey de Liguria, entregada por éste á Roma en rehenes.

—¿Y ha venido á visitarte?

—No, Augusta. Desde anteayer mora en palacio.

—Estuvo anoche en la fiesta?

—Sí, Augusta.

—¿Por orden de quién?

—Por mandato del César.

Popea contempló entonces con más atención á Ligia, quien á la sazón manteníase de pie, inclinada la cabeza, ora alzando hacia Popea con curiosidad sus brillantes ojos, ora ocultándolos bajo sus flexibles párpados. De súbito, un ceño dibujóse en la frente de la emperatriz. Celosa de su belleza y poder, vivía en continua alarma por temor de que alguna vez una afortunada rival pudiera llegar á perderla como había ella perdido á Octavia. De allí que todo hermoso rostro que viese en palacio despertaba en ella mortificantes suspicacias. Con verdadero ojo crítico abarcó de un solo golpe y en conjunto las formas harmoniosas de Ligia, pudo aquilatar hasta el más nimio detalle de sus facciones exquisitas, y apoderóse de ella hondo sobresalto.

—¡Esta es sencillamente una ninfa,—pensó,—y es Venus quien la ha dado á luz!

Y de pronto asaltó á su mente una idea que hasta entonces no había venido á perturbarla en presencia de ninguna otra beldad: ¡que la edad empezaba sensiblemente á transparentarse en ella! Y entonces la vanidad herida palpitó con violencia en el alma de Popea, fué tomando cuerpo en ella una mortificante alarma, y varias formas suce-