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QUO VADIS

Vestida como Nerón con traje de color de amatista y llevando en el rostro una espesa capa de cosmético, inmóvil, indiferente, pensativa, tenía el aspecto de una hermosa y maligna divinidad llevada en procesión.

Custodiándola iba una corte de servidores de ambos sexos; y en seguida una hilera de carros ocupados por todo género de objetos de uso y de vestir.

Hacía rato que había descendido del meridiano el Sol, cuando empezé el desfile de los angustianos, quienes formaban una esplendorosa linea, semejante á una serpiente interminable.

El indolente Petronio, á quien la muchedumbre acogió con aclamaciones de simpatía, había dispuesto ser conducido en una litera, en unión de su esclava Eunice, quien ostents base bella como una diosa.

Tigelino iba en un carro tirado por jacas ornamentadas con plumas blancas y purpúreas. Se le veía levantarse repetidas veces y alargar el cuello para observar si el César se preparaba á hacerle señas de que pasara á su carro.

Entre otros, la multitud recibió á Liciniano con aplau—s, á Vitelio con risas, á Vatinio con silbidos. Para con los cónsules Licino y Lecanio mostróse indiferente, pero á Tulio Senecio le probó que le amaba, sin saberse por qué, y á Vestinio le brindó también aplausos.

El cortejo era innumerable. Parecía que todo cuanto había en Roma de más notable, de más opulento y de más brillante iba emigrando hacia Ancio.

Nerón jamás viajaba sino seguido por centenares de vehículos; y la sociedad que le acompañaba casi siempre excedía al número de soldados que formaban una legión (1) Luego pudo verse á Domicio Africano y al decrépito Lucio Saturnino; y á asiano, que no se había enca (1) En tiempo de los Césares una legión se componía siempre dehombres.

Tomo II
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