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QUO VADIS

—A ser él esclavo, Aulio le habría dado la libertad hace mucho tiempo.

—¿Recuerdas—preguntó Vinicio—que quise llevarte de nuevo á tu casa, y tú temiste que llegara á saberlo el César y tomase por ello venganza en Aulio y Pomponia? Pues bien, ahora podrás verlos tan á menudo como te plazca.

—¿Por qué, Marco?

—Te digo que «ahora»; y creo que no habrá para ti peligro alguno en verlos cuando seas mía. Porque, si al saberlo el César, me preguntase qué había hecho del rehén que él me diera. le contestaria: Me he unido á ella en matrimonio, y ahora visita la casa de Aulio con mi consentimiento.» El desea hacer un viaje á Acaya, de modo que no ha de permanecer largo tiempo en Ancio, y aun cuando permaneciera, no me será necesario verle todos los días. Apenas Pablo de Tarso me haya iniciado en los misterios de tu fe, recibiré el bautismo, regresaré aquí, me ganaré de nuevo la amistad de Aulio y Pomponia, quienes habrán vuelto á la sazón á la ciudad, y no existiendo ya obstáculos de ningún género, irás á ocupar tu sitio en mi hogar. ¡Oh, carissima, carissima!

Y extendió la mano cual si quisiera poner al cielo por testigo de su amor; y Ligia alzando hacia él sus límpidos ojos, dijo: —Y entonces diré: —Donde tú estás, Cayo, allí estoy yo, Caya.» —Si, Ligia mía,—exclamó Vinicio.—Y te juro que ja más mujer alguna habrá recibido en el hogar de su esposo homenajes comparables á los que yo te he de tributar.

Y siguieron paseándese en silencio largo rato, pareciéndoles aún que era imposible que pudiera contenerse tamaña felicidad en sus pechos llenos de amor el uno para el otro, soberbios como dioses y tan hermosos como si la primavera les hubiese dado á luz cual sendas flores lozanas.

Finalmente se detuvieron bajo el ciprés que se alzaba próximo á la puerta de la casa. Ligia apoyábase á la sa.