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QUO VADIS

Pero también había rostros en que se veía pintado una especie de celestial arrobamiento, rostros cuya sonrisa tenía una expresión extraterrena y que no demostraban ni el más leve temor.

En algunos puntos dejábase oír exclamaciones de indivíduos que en medio de sus transportes religiosos habían empezado á decir en alta voz palabras desconocidas en idiomas extranjeros.

Alguien que se hallaba en un rincón obscuro exclamó: Despertad los que dormis!» Y por sobre todas las voces descollaban las de alarma que daba Crispo: «Velad y orad! ¡Velad y orad!« Por momentos, empero, sobrevenía un silencio expectante, cual si todos á la sazón estuvieran conteniendo el aliento en sus pechos y aguardando lo que habría de llegar.

Y entonces tornaban á escucharse los distantes estallidos de los escombros de la ciudad al desplomarse, después de lo cual volvían también á oirse gemidos y exclamaciones; —Renuncia á las riquezas de la tierra; porque en breve la tierra faltará á tue pies! Renuncia á los amores terrenos, porque el Señor habrá de condenar á los que amen más que á El, á la mujer, á la hija! ¡Ay del que haya amado más á la criatura que al Creador! Ay de los ricos! ¡Ay de los lujuriosos! ¡Ay de los disolutos! ¡Ay del esposo, de la esposa, de la hija!

De pronto un estruendo mayor que todos los que le habían precedido pareció sacudir de un extremo á otro la cantera.

Todos cayeron con los rostros en tierra y extendieron los brazos en forma de cruz, como para ahuyentar con esa señal á los espíritus malignos.

Sucedióse un silencio en medio del cual solo escucháronse alientos jadeantes, susurros llenos de terror, voces de: Jesús, Jesús, Jesús!» y llantos infantiles.