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A maestre Gonzalo de Berceo.
Amo tu delicioso alejandrino
Como el de Hugo, espíritu de España;
Este vale una copa de champaña
Como aquél vale «un vaso do bon vino».
Mas a uno y otro pájaro divino
La primitiva cárcel es extraña;
El barrote maltrata, el grillo daña,
Que vuelo y libertad son su destino,
Así procuro que en la luz resalte
Tu antiguo verso, cuyas alas doro
Y hago brillar con mi moderno esmalte;
Tiene la libertad con el decoro
Y vuelve, como al puño el gerifalte,
Trayendo del azul rimas de oro.
Alma mía.
Alma mía, perdura en tu idea divina;
Todo está bajo el signo de un destino supremo;
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