De la flora gloriosa de los cuentos azules,
Y entre las ramas encantadas, papemores
Cuyo canto extasiara de amor a los bulbules.
(Papemor: ave rara, Bulbules: ruiseñores.)
Mi alma frágil se asoma a la ventana obscura
De la torre terrible en que ha treinta años sueña.
La gentil Primavera primavera le augura.
La vida le sonríe rosada y halagüeña.
Y ella exclama: «¡Oh fragante día! ¡Oh sublime dia!
Se diría que el mundo está en flor; se diría
Que el corazón sagrado de la tierra se mueve
Con un ritmo de dicha; luz brota, gracia llueve.
¡Yo soy la prisionera que sonríe y que canta!»
Y las manos liliales agita, como infanta
Real en los balcones del palacio paterno.
¿Qué són se escucha, són lejano, vago y tierno?
Por el lado derecho del camino, adelanta
El paso leve una adorable teoría
Virginal. Siete blancas doncellas, semejantes
A siete blancas rosas de gracia y de harmonía
Que el alba constelara de perlas y diamantes.
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