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El sol como un vidrio redondo y opaco
Con paso de enfermo camina al cenit;
El viento marino descansa en la sombra
Teniendo de almohada su negro clarín.

Las ondas que mueven su vientre de plomo
Debajo del muelle parecen gemir.
Sentado en un cable, fumando su pipa,
Está un marinero pensando en las playas
De un vago, lejano, brumoso país.

Es viejo ese lobo. Tostaron su cara
Los rayos de fuego del sol del Brasil;
Los recios tifones del mar de la China
Le han visto bebiendo su frasco de gin.

La espuma impregnada de yodo y salitre
Ha tiempo conoce su roja nariz,
Sus crespos cabellos, sus biceps de atleta,
Su gorra de lona, su blusa de dril.

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