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Dentro presenta sus formas de nieve,
Brinda su amable sonrisa de piedra,
Mientras se enlaza en un bajo-relieve
A una driada ceñida de hiedra.

Un joven fauno robusto y violento,
Dulce terror de las ninfas incautas,
Al son triunfante que lanzan al viento
Tímpanos, liras y sistros y flautas.

Ornan los muros mosaicos y frescos.
Áureos pedazos de un sol fragmentario.
Iris trenzados en mil arabescos,
Joyas de un hábil cincel lapidario.

Y de la eterna Belleza en el ara,
Ante su sacra y grandiosa escultura,
Hay una lámpara en albo carrara,
De una eucarística y casta blancura.

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