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oscurantista. 3.ª Me saca una cita para probar el Purgatorio; San Mateo, dice, capítulo doce, versículo treinta y seis, y cita mal. Pues de este versículo no se deduce el Purgatorio, ni nada que se le parezca, y si no veamos: El texto hebreo dice: Wa 'ebij' 'omär lakäm kij' al kal dbar reg aschär idabbru' abaschim yittbu heschboun biom hammischphat; el texto griego: Lego de hymin hoti pan rema argon ho ean lalesosin hoi anthropoi apodosousi peri autou logon en hemera kriseos. Esto traducido en latín dice: Dico autem vobis quoniam omne verbum otiosum quod locuti fuerint homines, reddent rationem de eo in die judicii, y al castellano: Y dígoos que toda palabra ociosa que dijeren los hombres darán cuenta de ella en el Día del Juicio. Como veis, Doctor, de estos cuatro textos no se deduce otra cosa, sino que Fr. Rodriguez tendrá que dar en el día del juicio una cuenta tan larga, que acaso la sesión se prolongue hasta el día siguiente, pues ya lleva dichas muchas tonterías. Pero ya veo, vuestro hijo, como quien oyó campanas, ha querido citar el versículo treinta y dos que dice: Y todo el que dijere palabra contra el hijo del hombre, perdonada le será; mas el que la dijere contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en este siglo ni en el otro. De aquí han querido deducir el Purgatorio: ¡deducir es! 4.ª. Que porque S. Irineo, S. Clemente de Alejandría y Orígenes, tres en suma y que no fueron de los primeros cristianos, tuviesen alguna remota idea del Purgatorio esto no quiere decir que los cristianos de los primeros siglos creyesen en él, como no se establezca que tres significan la totalidad, aunque en la totalidad hubiese ideas enteramente contrarias. Y la prueba de que no es así, vos mismo, Santo Doctor, que sois su Padre, que florecisteis en los siglos IV y V, y que sois el más grande de los Padres de la Iglesia, negásteis rotundamente en varias partes la existencia del Purgatorio, pues dijisteis en vuestro sermón CCXCV que empieza por: Frecuenter charitatem vestram, estas palabras decisivas: Nemo se decipiat, fratres; duo enim loca sunt et tertius non est ullus. Qui cum Christo regnare non meruerit, cum diabolo absque dubitatione ulla perebit.[1] Y luego decíais en de consolatione


  1. Nadie se engañe, hermanos; no hay más que dos lugares (para las almas) y no existe ningún tercero. El que no mereciere reinar con Cristo, perecerá con el diablo, sin ninguna duda.