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Qué revolución no se lleva a cabo en las ideas del que sale por primera vez de su nativo suelo y va recorriendo distintos países. Avecilla que sólo ha visto la seca grama de su nido y ahora contempla panoramas, inmensos mares, cascadas, ríos, montañas y bosques y cuanto puede entusiasmar una imaginación soñadora. Rectifícanse sus juicios y sus ideas; desvanécense muchas preocupaciones, examina de cerca lo que antes fue juzgado sin ser visto, halla cosas nuevas que le sugieren nuevos pensamientos, admira al hombre en su grandeza, como en su miseria le compadece; el antiguo y ciego exclusivismo se trueca en universal y fraternal aprecio del resto de la tierra y deja de una vez de ser el eco de ajenas opiniones para expresar las suyas propias, sugeridas por apreciaciones directas e inmediatos conocimientos. El trato de las gentes, cierta calma y sensato criterio en todos los actos, la reflexión profunda, un conocimiento práctico en todas las artes y ciencias, si no profundo y completo, al menos indeleble y seguro; hé aquí las ventajas que puede sacar de un viaje un espíritu atento y estudioso.

Un libro puede describir los habitantes, la historia, los monumentos, las producciones, la religión, todo lo que concierne a un pueblo, este conocimiento si bien útil y suficiente no satisface al desconfiado lector que anhela siempre ver las cosas por sí mismo; y tarde o temprano se olvidan las nociones; pues no se fijan en la memoria como en la del que en persona lo recorre, lo ve, lo palpa y analiza, dejando ideas que los incidentes graban de tal suerte que se hace imposible el olvidarlas.

Las naciones modernas han comprendido la ventaja que se saca de esta clase de estudios y todas sus tendencias se reducen a multiplicar las comunicaciones.

Por este medio un viajero lleva a su país los buenos usos que ha visto en los otros y trata de aplicarlos con las necesarias modificaciones; otro, las riquezas y artículos de que el suyo carece; este, la religión, las leyes y las costumbres; aquél, las teorías sociales y las nuevas reformas, introduciéndose así todas las mejoras sociales, religiosas y políticas. Indicio será, pues, del adelanto de un pueblo el buen estado de sus vías de comunicación y comercio, como indicio de la salud del hombre la perfecta circulación de la sangre por todos los vasos de la economía; porque sin estas