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MI FANTASIA



Te amo, porque eres triste como el suspiro de la brisa en las sabanas de la costa: sí, mi dulce fantasía; cuando te contemplo soy feliz, y mi alma siente ese dulce y melancólico placer que experimenta el viajero que ha atravesado un árido camino y después de muchos días encuentra un lirio sobre el cual fija sus ávidas miradas. Te amo como ama el poeta la musa que lo inspira, como el ermitaño la contemplación que lo arrebata hasta los cielos.

Mira: ¿no has oído por la noche el suspiro del viento en el seno de las montañas, y el murmullo de la fuente al caer el sol en las desiertas colinas? Pues más tristes son las horas que paso lejos de tí.

¡Si tu me amaras cual yo te amo, si tú sintieras en tu pecho una chispa del volcán que hay en el mío!!!

En las noches, cuando, fatigada por el insomnio, me pongo a meditar en el cielo y en el infierno, no encuentro para atormentar mi alma en éste, otro suplicio que tu desdén, ni para hacerla dichosa en aquel, otra gloria de tu amor.

Dime: ¿no has visto en la mañanas de invierno caer de los árboles, al choque de los vientos, las gotas de agua, que la lluvia de la noche ha hasinado en el seno de las hojas? Pues más abundantes son las lágrimas que derramo cuando te busco a mi lado y no te encuentro.

Mi dulce fantasía, ¿dónde estás? Mi alma ajitada por el entusiasmo que la inflama te busca por do-

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