¿Por qué mi mente con tenaz porfía
Mi voluntad combate; y obstinada,
Tristes recuerdos de la infancia mía
Ofrece a mi memoria infortunada?
¿Por qué se cambia el esplendente día
En mustia sombra del dolor velada,
Y a la sonrisa de inocente calma
Sucede el llanto y la ansiedad de mi alma?
Las puras flores que mi cien orlaron
De mi frente fugaz se desprendieron,
Y cual sombra levísima pasaron
En pos llevando el bien que me ofrecieron.
Sólo las horas del dolor quedaron;
Las horas del placer nunca volvieron,
Y de mi vida en el perdido encanto
Sólo me queda por herencia el llanto.
Yo era en mi infancia alegre y venturosa
Como la flor que el céfiro acaricia,
Fascinada cual blanda mariposa
Que incauta goza en férvida delicia;
Pero la humana turba revoltosa
Mi corazón hirió con su injusticia
Y veóme triste, en la mitad del mundo,
Víctima infausta de un dolor profundo.