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según R. A. Philippi) [1] porque estos frutos se usan en la curtiduría y, en consecuencia, son bien conocidos. El algarrobo chileno tampoco figura en los diccionarios.

§ 20. Avellano, un gran árbol chileno (Guevina avellana), denominado así porque su fruto tiene semejanza con la avellana europea, debería haberse aceptado, porque es muy bien conocido en Chile y no sale en ningún diccionario; pero entró (15ª edición) un árbol cubano del mismo nombre.

Azulejo, el pez chileno Carcharias glaucus debería haberse aceptado con este nombre, y no, como propone Román, con el nombre imaginario azulenco o azulado. Los tres derivados están en el Diccionario académico, pero falta el significado chileno.

Bailarín, ave de rapiña, Elanus dispar (Al.), no se aceptó aunque según Medina es bastante común en las provincias centrales de Chile, y se le halla también en el Uruguay y en el Brasil.

Barata (Al.), nombre vulgar de la cucaracha, ortóptero que, según Medina, también se llama blata (Al.), palabra que tampoco figura en el Diccionario académico. El cucaracho en Chile es un coleóptero, según Medina, quien, sin embargo, no lo insertó en su lista.

§ 21. Así podría seguir con una crítica de las voces rechazadas: pero el asunto seria muy largo e inútil. Enumeraré en lo que sigue sólo una serie de chilenismos que ustedes conocerán, porque se usan en todo el país y no se pueden substituir por «palabras castizas». Aunque varias de estas voces se emplean en frases típicas, como matar la cuncuna (=quitar la causa de un mal) cuncuna = oruga (Ormiscoides crinita), han sido rechazadas. Nos pondremos como cuncuna (=rabiosos) porque la champa es de

  1. Elementos de historia natural, pag. 269. 4ª edición. Santiago. 1885.