II | PRIMER VIAJE EN TORNO DEL GLOBO | 71 |
singladura de nuestro navio, que tomamos por medio de la cadena de popa (la corredera), recorrimos cada día de sesenta a setenta leguas; y sí Dios y su Santa Madre no nos hubiesen concedido una feliz navega- ción, hubiéramos todos perecido de hambre en tan vasto mar. Pienso que nadie en el porvenir se aventu- rará a emprender un viaje parecido (1).
Enero de 1521. — Si al salir del estrecho hubié- ramos continuado corriendo hacia el Oeste por el mis- mo paralelo, hubiéramos dado la vuelta al mundo, y, sin encontrar ninguna tierra, hubiésemos llegado, por el cabo Deseado, al cabo de las Once mil Vírgenes, puesto que los dos están en el 52° de latitud meri- dional.
El polo Antartico. — El polo antartico no tiene las mismas estrellas que el Ártico; se ven allí dos aglome- raciones de estrellitas nebulosas, que semejan nubécu- las, a poca distancia una de otra (2). En medio de estas aglomeraciones de estrellitas se descubren dos muy
saliendo del estrecho navegaron por el Noroeste cuarto Oeste; en seg-uida en dirección del Noroeste hasta la línea equinoccial, que pasaron por el 122° de la línea de demarcación, esto es, por el 152*' del primer meridiano. Luego si desde este punto trazamos una línea del Noroeste al Sureste, pasará entre las islas de ¡a Sociedad al norte y después al este de Otaiti. Las islas Infortunadas debían, pues, encontrarse sobre esta línea. Por consiguiente, Jaillot y No- lin las han colocado fuera de su verdadera posición geográfica. Sin embargo, no están mal ios nombres que les dieron de San Pe- dro a una y de Tiburón a otra, porque el Anónimo portugués les da los mismos. El Transilvano dice que nuestros navegantes se de- tuvieron allí dos días para pescar.
(1) Cincuenta y seis años transcurrieron antes que otro nave- gante diese la vuelta al Globo. Drake, en 1578, fué el primero después de Magallanes que atravesó este mar.
(2) Dos nubéculas, esto es, dos aglomeraciones de estrellas se- ñalan los astrónomos en el polo austral: una encima y otra debajo de la Hidra. Se ven cerca del polo muchas estrellas que forman la constelación del Octante; pero como estas estrellas son de quinta o sexta magnitud, parece ser que las dos estrellas grandes y bri- llantes de que habla Pigafetta son la f y la p de la misma Hidra.